"-Hay para todos los gustos; no tienes más que escoger. Veamos, ¿qué quieres comprar?
¿Comprar? -repitió Alicia en un tono que era mitad asombro, mitad de susto... porque los remos, la barca y el río, habían desaparecido en un instante, y estaba otra vez en la tiendecita oscura.
-Quisiera comprar un huevo, por favor -dijo tímidamente-. ¿A cómo son?
-A cinco peniques y cuarto, uno: y a dos peniques el par -replicó la Oveja.
-Entonces, ¿dos son más baratos que uno? -dijo Alicia en tono sorprendido, sacando su monedero.
Pero si compras dos, tienes que comerte los dos -dijo la Oveja.
-Entonces, deme uno, por favor -dijo Alicia, mientras dejaba el dinero en el mostrador. Porque pensó para sí: "no vaya a ser que no estén buenos"."
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