"-¡Los he enviado a todos! -gritó el Rey en tono complacido, al ver a Alicia-. ¿Te has cruzado con soldados por casualidad, pequeña, cuando venías por el bosque?
-Sí -dijo Alicia-; eran varios miles, creo.
-Cuatro mil doscientos siete; ése es su número exacto -dijo el Rey, consultando su cuaderno-. No he podido mandar todos los caballos porque hacen falta dos en la partida. Tampoco he mandado a los dos Mensajeros. Han ido a la ciudad. Echa una mirada al camino y dime a quién ves.
-No; a nadie -dijo Alicia.
-¡Ojalá tuviera yo esa vista! -comentó el rey en tono quejumbroso-. ¡Poder a Nadie! ¡Y a esa distancia, además! ¡En cambio yo, bastante hago con ver a personas reales, con esta luz!
Todo esto pasó inadvertido para Alicia, que seguía mirando atentamente a lo largo del camino, protegiéndose los ojos con la mano..."
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